Investigadores británicos han descubierto que en los últimos 100 000 años la actividad humana y el cambio climático han provocado la extinción de una parte de la gran fauna del planeta. Presentado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el estudio aclara la manera en la que la presión ejercida sobre la megafauna influye en los grandes animales vivos.
Investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) estudiaron las extinciones producidas durante el Cuaternario superior, que abarca los últimos 700 000 años, y sobre todo las producidas en los últimos 100 000 años. Los mamuts de Norteamérica y Eurasia, los mastodontes y los perezosos gigantes de América, el rinoceronte lanudo de Europa, los canguros y vombátidos de Australia y los moas de Nueva Zelanda son ejemplos de los grandes animales desaparecidos.
Mediante los datos recopilados de un testigo de hielo antártico, los investigadores reunieron datos sobre la aparición de los humanos modernos procedentes de África en cinco masas distintas de tierra, a saber, Norteamérica, Sudamérica, la mayor parte de Eurasia, Australia y Nueva Zelanda.
Se realizaron análisis estadísticos que permitieron a los investigadores determinar si los humanos, el cambio climático o ambos factores influyeron en el patrón de extinciones en todas las masas terrestres. De los resultados obtenidos se deduce que ambos factores influyeron en la extinción de los grandes animales.
«Nuestra investigación sugiere que fue una combinación de la presión humana y el cambio climático la que provocó la extinción de muchas especies grandes», afirmó Graham Prescott, doctorando de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio. «Muchos animales carismáticos grandes actuales sufren la amenaza de la caza y el cambio climático. Si no se actúa para hacer frente a estos hechos es posible que se produzcan más extinciones. Y al contrario que las primeras personas que se encontraron con esta megafauna, el hombre actual es plenamente consciente de las consecuencias de sus acciones. Esto es motivo para confiar en nuestra capacidad para prevenir nuevas extinciones, pero agravará las consecuencias si no actuamos.»
En relación a la dificultad para desentrañar estos conocimientos, David Williams, también doctorando de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio, apuntó: «La pérdida de estos animales ha supuesto un rompecabezas zoológico desde la época de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace. Entonces mucha gente no creía que las extinciones humanas eran posibles, pero Wallace afirmó lo contrario. Ahora hemos mostrado, cien años después, que estaba en lo cierto y que los humanos en combinación con el cambio climático han influido en otras especies desde hace decenas de millones de años y siguen haciéndolo. Por suerte, y por ahora, estamos en condiciones de poner remedio a la situación.»
Otro de los autores, el profesor Rhys Green de la Universidad de Cambridge y de la Real Sociedad para la Protección de las Aves (RSPB), afirma que los estudios realizados hasta ahora relacionaban la extinción de los mamuts y otra megafauna con la actividad humana o bien el cambio climático.
«Nuestro trabajo indica que el devastador efecto ejercido ha sido en combinación. Esta combinación previa de patrones inusuales de cambio climático y presión humana directa (la caza y la destrucción de hábitats) es similar a la que se ejerce sobre la naturaleza hoy en día, y los acontecimientos anteriores deberían servir de aviso. La diferencia clave en la actualidad es que el cambio climático no está provocado por las fluctuaciones del eje de rotación terrestre, sino por la quema de combustibles fósiles y la deforestación, un doble golpe humano. Hemos de aprender la lección y actuar con premura para moderar el impacto de ambas acciones.»
Fuente: CORDIS
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