Un artículo publicado en Nature, con participación
española, alerta del posible cambio irreversible del estado planetario
actual por causas de origen humano. Los dos problemas principales son el
consumo de combustibles fósiles y la alta tasa de crecimiento de la
población mundial.
La revista científica Nature publica esta semana un
artículo, con la participación de científicos españoles, que advierte
del posible cambio del estado planetario actual. Según las conclusiones,
la posibilidad de alcanzar un punto de no retorno de la situación se
debe al consumo de combustibles fósiles y a la alta tasa de crecimiento
de la población mundial.
Según el artículo, la humanidad está en una encrucijada crítica en la que debe decidir si quiere guiar los cambios del planeta o dejar que las cosas sucedan
El impacto del conjunto de alteraciones que está sufriendo el planeta
es mayor que la suma individual de cada una de esas alteraciones.
Jordi
Bascompte, investigador de la Estación Biológica de Doñana del CSIC y
coautor del trabajo, dice que “estos cambios parecen involucrar
alteraciones en la química de la atmósfera y los océanos, y grandes
trastornos en los flujos de energía desde el principio hasta el final de
la cadena alimentaria”.
El incremento de la población está
asociado a un mayor consumo de recursos y energía, y a la transformación
y fragmentación del paisaje que alteran las condiciones atmosféricas,
oceánicas y terrestres que, a su vez, amenaza la supervivencia de la
biodiversidad actual.
El trabajo también señala aspectos como una
pérdida de la productividad en las tierras de cultivo, una menor
capacidad de almacenamiento de CO2 y el colapso del stock pesquero.
Eloy
Revilla, investigador de la Estación Biológica de Doñana y otro de los
autores del trabajo, considera que “incluso las áreas inalteradas del
planeta sufrirán las consecuencias si estos impactos directos superan el
50%”. Según el artículo, si la tasa de incremento de la población se
mantiene y también lo hace el nivel de consumo de recursos, este
porcentaje será alcanzado hacia 2025 y llegará al 55% en 2045.
Para
minimizar estos posibles impactos y no superar la barrera del 50%, el
estudio propone las siguientes medidas: reducir la tasa de crecimiento
anual de la población y su consumo de recursos asociado, sustituir el
mayor nivel energético posible por fuentes renovables, aumentar la
eficiencia en la producción de alimentos y mejorar la gestión de las
zonas de la Tierra que aún no han sido dominadas por humanos.
Según
el artículo, la humanidad está en una encrucijada crítica en la que
debe decidir si quiere guiar los cambios del planeta o simplemente dejar
que las cosas sucedan. Según Revilla: “esos porcentajes deberían
preocuparnos muy seriamente”.
Episodios de extinción
A
lo largo de la historia, la Tierra ha vivido cinco grandes episodios de
extinciones masivas asociados a cambios climáticos que han modificado
las características de todo el planeta. Estas épocas de transición solo
representan un 5% de la historia del planeta, mientras que el resto del
tiempo se ha mantenido estable.
El último gran cambio tuvo lugar
hace unos 14.000 años, cuando el 30% de la superficie terrestre perdió
la capa de hielo que la cubrió durante el último periodo glacial. La
última edad de hielo había durado unos 100.000 años, mientras que el
periodo de transición se alargó unos 3.300 años. Desde entonces, el
planeta ha mantenido unas características más o menos estables hasta la
aparición y el desarrollo de la civilización humana.
Actualmente,
la tasa de crecimiento anual de la población es de unos 77 millones de
personas, casi 1.000 veces superior que la experimentada hace entre
10.000 años y 400 años, cuando se situaba en unas 67.000 personas. El
estudio destaca que el incremento de la población ha traído consigo la
transformación del 43% de la superficie terrestre en áreas urbanas y
agrícolas.
Del mismo modo, los humanos gobiernan el uso de hasta
el 40% de la producción primaria mundial, lo que
limita el acceso de
otras especies a este recurso. A su vez, el consumo de combustibles
fósiles ha supuesto un aumento de la concentración de CO2 atmosférico de un 35% y ha provocado un descenso del 0,05 en el pH oceánico.
Referencia bibliográfica:
Barnosky, A.D.;
Hadly, E.A.; Bascompte, J.; Berlow, E.L.; Brown, J.H.; Fortelius, M.;
Getz, W.M.; Harte, J.; Hastings, A.; Marquet, P.A.; Martinez, N.D.;
Mooers, A.; Roopnarine, P.; Vermeij, G.; Williams, J.W.; Gillespie, R.;
Kitzes, J.; Marshall, C.; Matzke, N.; Mindell, D.P.; Revilla, E.; Smith,
A.B. “Approaching a state shift in Earth’s biosphere” Nature 486 (7402): 52-58, 7 de junio de 2012. DOI: 10.1038/nature11018
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