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30 nov 2015
Woman Sues U.S. Government for Lost JFK Assassination Film
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Carbon Dioxide Loading Leading to Unexpected Plankton Growth in Oceans
When this loading stops, the amount in the atmosphere could rise quickly, but it's not yet clear whether the plankton growth is good or bad for the planet. Published Thursday in the journal Science, a new study details a tenfold increase in the abundance of a type of floating phytoplankton between 1965 and 2010, and a particularly sharp spike since the late 1990s.
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Una proteína del andamio celular podría reprimir el cáncer
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28 nov 2015
Honduras: Residents of Yoro Alarmed by Alleged UFO
Date: 11.28.2015
Honduras: Residents of Yoro Alarmed by Alleged UFO
HONDURAS. Residents of the town of Victoria, Yoro, are alarmed by an alleged flying object that supposedly landed in the vicinity.
According to reports, the area was completely destroyed, which could be due to the power of the "phenomenon."
Following the event, local residents are on high alert to the presence of an alleged UFO, an event which -- according to them - had never occured in that area.
At the moment, the nature of what could have caused such damage to the area remains unknown.
[Translation (c) 2015 S.Corrales, IHU with thanks to Guillermo Giménez, Planeta UFO]
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Eduardo Mier, el inventor incansable
Versión para TecOb del artículo que publiqué en la revista Historia de Iberia Vieja, edición de noviembre de 2015.
D. Eduardo Mier y Miura, ilustre coronel de Ingenieros, goza por su vasta y meritísima obra en las naciones extranjeras de muy justo renombre, aunque en su patria solamente es conocido por los contados ciudadanos que prefieren a las emociones trágicas de la llamada fiesta nacional el sano deleite de las lecturas científicas. En cualquier país del mundo, que no fuera España, este sabio se hubiera enriquecido y gozaría de todas las preeminencias. (…) El nombre de este sabio español ha circulado profusamente por las columnas de las publicaciones técnicas, en los libros de texto más autorizados, y se ha citado con elogios entusiastas en congresos y revistas extranjeras por eminencias científicas de reputación mundial.
La Ilustración Española y Americana, Madrid, 8 de octubre de 1916.
Torpedos aéreos ideados por Eduardo Mier.
¿Qué hora es?
A finales de 1912 tuvo lugar en París la Conférence internationale de l’heure radiotélégraphique o simplemente, como se mencionó en España, la Conferencia de la Hora. Nació de aquella conferencia un esfuerzo por combinar las diversas formas de medir el tiempo que se desplegaban por el mundo, para dar forma a un horario mundial estandarizado. Compleja cuestión que sería gestionada por la Oficina Internacional de la Hora, localizada en el Observatorio de París. Las cosas no salieron muy bien porque, al poco, estalló la Gran Guerra y tuvo que pasar bastante tiempo hasta que aquel horario universal ideal tomara realmente forma. Sin embargo, la idea original era de vital importancia para el comercio mundial, por lo que a la gran conferencia, junto a un gran número de delegados franceses, se unieron alrededor de ochenta representantes de otras dieciséis naciones. La tarea que tenían por delante, al margen de tensiones políticas, tenía una complejidad técnica nada desdeñable.
La idea central que se discutía aquellos días era revolucionaria. Para asegurar que la hora se marcara de forma fija en todo el mundo, se acudiría a una red de transmisores de una novísima tecnología: la telegrafía sin hilos o, lo que es igual, se utilizarían señales de radio. El transmisor principal de aquella red se situaría en la parisina torre Eiffel. Y, allí, entre grandes mentes de la ciencia mundial, formando parte de la representación española, destacaba una lumbrera singular que, a pesar de haber despertado mucho interés con sus diversos trabajos multidisciplinares, apenas era conocido en su propia tierra. Se trataba del genial militar, ingeniero y geógrafo español Eduardo Mier y Miura.
Un sinfín de intereses
Decir que don Eduardo Mier fue un hombre polifacético sería quedarse muy corto. Sevillano, nacido en 1858, fallecido en El Pardo, Madrid, en 1917, el humilde don Eduardo, pues nunca se le vio intentar ufanarse públicamente de sus propios logros, estuvo relacionado desde su adolescencia con el mundo del ejército. Tras ingresar en el Cuerpo de Ingenieros Militares, ascendió con rapidez llegando a ser coronel de Ingenieros. Mediada la veintena de edad pasó a formar parte del Instituto Geográfico y Estadístico, donde llevó a cabo diversas tareas de investigación como la que dio forma al mapa magnético de España y comenzó a interesarse por la problemática de los terremotos. Los movimientos sísmicos eran un campo de investigación que no abandonó ya nunca. En su trabajo en el Instituto Geográfico logró introducir diversas mejoras en las técnicas de producción cartográfica y se ocupó de dar forma a un nuevo servicio de sismología.
Como parte de aquel empeño por comprender qué son y cómo se forman los terremotos, continuó investigando, al tiempo que ingresaba en el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos allá cuando nacía la última década del siglo XIX. Nuevo empeño puso en que la geodesia tuviera un lugar de importancia en la formación de los ingenieros y los militares. De todo aquel trabajo nos queda el recuerdo admirado de sus colegas contemporáneos, que no dudaron en nombrar a don Eduardo como delegado español en la Conferencia de la Hora y en diversos organismos internacionales, en una época en la que el mundo comenzaba a cambiar con rapidez y todo empezaba a volverse global e interconectado. Sus trabajos sobre sismología y geodesia fueron escuchados y estudiados en diversos países. El respeto que despertaba entre políticos y gobernantes hizo que también fuera designado como participante en la redacción de una nueva Ley del Catastro.
Llegó a ser Inspector General del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, dedicando gran empeño a completar tareas tan complejas como el enlace geodésico entre las Baleares y la península. Trabajó con ahínco por conseguir que la geodesia lograra hacerse un hueco destacado en la universidad y, además, desarrolló toda una campaña de estudios mareográficos, geomagnéticos y de nivelación de precisión que le convirtieron en un avezado científico siempre requerido para formar parte de comisiones técnicas de muy diverso carácter.
Además, Eduardo Mier cultivó un nuevo campo que apenas había contado hasta entonces con seguidores apasionados. Sí, le apasionaba la divulgación científica y, precisamente por ello, fue director durante años de la revista Naturaleza. Curiosamente, fue uno de los pocos “escritores científicos” españoles que vieron cómo sus artículos eran traducidos a otras lenguas y publicados en revistas de divulgación más allá de nuestras fronteras.
Y, de la divulgación, saltaba por doquier a la formulación de complejas teorías matemáticas que veía publicadas en forma de libros que, en poco tiempo, se convertían en obras técnicas de referencia, no sólo en España, sino en gran parte del mundo. Así, publicó manuales sobre sismología, junto con teorías acerca del origen de los terremotos, tratados sobre geodesia, estudios mareográficos, libros sobre física, entre los que destacan sus obras sobre los rayos X, las pilas eléctricas e incluso estudios sobre navegación aérea. Decenas de obras dedicadas a multitud de campos, siempre abordadas con gran acierto, que nos muestran una mente inquieta incapaz de ceñirse a una sola área de conocimiento.
El inventor que nunca descansaba
Ah pero, un momento de pausa. Viene a resultar que, en medio de tan febril actividad, y no siendo suficiente el tener que lidiar con políticos de toda clase, además de tener que acudir a compromisos internacionales como los que le eran requeridos por la Asociación Sismológica Internacional, la cabeza de don Eduardo no paraba de alumbrar invenciones de lo más dispar.
En efecto, sobre todas las cosas lo que más parecía llenar de ilusión el quehacer en la vida de Eduardo Mier era el inventar objetos de utilidad diversa. Un repaso a sus patentes nos deja pasmados. Entre 1885 y 1907 nuestro inventor logró que le fueran concedidas cerca de una veintena de patentes en España, y no vaya a pensarse que todas eran de máquinas sismográficas, de las que registró varias.
Tomemos aire y, sin ánimo de aburrir, sino con intención de dejar al lector con la boca abierta ante la pasión inventiva de Eduardo Mier, he aquí un breve resumen de las máquinas que logró alumbrar y patentar. Su primera patente, de 1885, menciona un ingenioso mecanismo para purificar agua. Tuvo otras invenciones similares, pero pronto pasó a idear una versión muy mejorada, algo así como una mochila con filtro aireador que era completamente portátil.
El trabajar con filtros purificadores le hizo pensar en cómo disociar el hidrógeno del oxígeno en la molécula de agua. De ahí que en 1896 patentara un nuevo método de electrólisis y de preparación industrial de hidrógeno. Siguiendo con el tema del agua, presentó una idea singular de arma de fuego “con sus correspondientes proyectiles con carga de agua explosiva” en 1898, mismo año en el que patentó un nuevo generador de acetileno.
Con el nacimiento del siglo XX cambio de interés, deja el estudio de gases y líquidos al margen para centrarse en la electricidad. De 1901 data su novísimo sistema de conducción eléctrica, pensado para que fuera inofensivo en el uso en vía pública y, también, una serie de contadores eléctrico que tuvieron gran reconocimiento en la industria de su tiempo. De hecho, durante años sus contadores fueron prácticamente un estándar a la hora de tratar el tema de la medición, y por tanto el cobro, de la corriente eléctrica por parte de las compañías productoras y distribuidoras de electricidad.
También patentó diversos acumuladores eléctricos y se involucró hacia el final de sus días en el desarrollo de tecnología para mejorar los gramófonos, e incluso los automóviles. Tomemos aire una última vez y, antes de despedirnos de nuestro ilustre científico inventor, recordemos que, para colmo, participó en varios experimentos con aerostatos de los que fue pionero mundial, a la hora de establecer una serie de mejoras técnicas sobresalientes a la hora de emplear timones de dirección y control de los aparatos volantes. Nuevamente, como en otras ocasiones, hemos podido comprobar cómo en la España que vivió entre los siglos XIX y XX, vivieron lumbreras sin igual, hoy prácticamente olvidadas, que no dejaron de cultivar todo tipo de inquietudes, incluso a pesar de que el ambiente que les rodeaba no era muy propicio a glosar sus asombrosos logros. Cerremos pues este breve repaso a la vida de Eduardo Mier con un elogio aparecido en la prensa española pocos meses antes de su muerte:
No nos detendremos a analizarlos todos [sus inventos] por que ello sería de una abrumadora prolijidad. Para dar idea de la fecundidad asombrosa del Sr. Mier, sobra con enunciar los más notables. Entre éstos están sus mareómetros, medimareómetros y mareógrafos, uno de éstos de uso reglamentario para los estudios oficiales; los contadores eléctricos “Hispania” y “Krumer”; un aparato para determinar la intensidad de la gravedad, denominado “Gravígrafo”; otro para medir la frecuencia de las olas; otro de profundidades y de horizontalidad para los submarinos; otro para impedir el choque de trenes; diversos tipos de sismógrafos; un nuevo sistema de tracción eléctrica por cable aéreo; un generador de acetileno; procedimiento de carburar el aire para utilizarlo en el alumbrado y la calefacción; un método industrial para obtener hidrógeno. (…) Desde 1891 a 1896 realizó estudios experimentales de aeronáutica, para adquirir datos que le permitieran redactar a conciencia un proyecto de globo dirigible, siendo el primero a quien se le ocurrió resolver el problema llamado de la estabilidad en la marcha de esos globos por medio de apéndices caudales hoy usados. (…) Fue el primero también que ideó aplicar los motores ligeros de explosión a la aeronáutica, para cuyo objeto construyó uno rotativo en los astilleros Vea-Murguía de Cádiz. En 1898, con motivo de la guerra con Estados Unidos, entre otros inventos para aprovechar el material inservible de nuestros parques, ideó torpedos aéreos (…) que ofrecían gran semejanza con los que han hecho su aparición en la actual guerra de trincheras. (…) También ideó por aquellas fechas un torpedo marítimo y un bote torpedo móvil que se dirigía desde tierra por medio de una corriente eléctrica que obraba sobre el timón.
Eduardo Mier, el inventor incansable apareció originalmente en Tecnología Obsoleta, 28 noviembre 2015.
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27 nov 2015
Scientists Create Machine-Plant Hybrid
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Nuevos compuestos anticancerígenos podrían reducir los efectos adversos de la quimioterapia
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Nuevos compuestos anticancerígenos pueden reducir los efectos adversos de la quimioterapia
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La red española de telescopios robóticos BOOTES inaugura su estación en México
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Nuevo algoritmo para detectar errores en las secuenciaciones de ADN
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26 nov 2015
Capturan un calamar gigante de 150 kilos y 10 metros de longitud
La tripulación del pesquero Minchos VI ha capturado esta noche accidentalmente un ejemplar de calamar gigante.
“Architeuthis dux”, de unos 150 kilos de peso y 10 metros de longitud en el caladero del Codillo, situado a varias millas de la vertical de Villaviciosa (Asturias).
El ejemplar, una hembra posiblemente inmadura, ha sido congelado en las instalaciones de la lonja pesquera de Gijón y será trasladado a Luarca donde la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (CEPESMA) procederá a practicarle la necropsia para, posteriormente, ser exhibido. “Es un ejemplar extraordinario, es de los más grandes que se han localizado en estos últimos años”, ha explicado a Efe el presidente de CEPESMA, Luis Laria. El calamar fue capturado con el arte de arrastre a unos 500 metros de profundidad y fue toda una sorpresa para la tripulación. “Ver un ejemplar de ese tamaño impone a cualquier persona, incluso a los que faenan diariamente y lleven años en el mar”, ha comentado Laria. CEPESMA practicará la necropsia a este ejemplar, junto a otros dos que tiene congelados, antes de que finalice el año. La previsión es que el centro de divulgación científica Parque de la Vida, de Luarca, exhiba un total de ocho calamares gigantes a partir de principios del próximo año.
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El Gran Telescopio Canarias halla un microcuásar con chorros relativistas
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El LHC colisiona iones a un nuevo récord de energía
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25 nov 2015
Exxon-Mobil Under Investigation for Climate Change Coverup
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Posible solución a un viejo misterio: por qué la Luna está inclinada
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24 nov 2015
Nazi Gold Train Site Being Prepped for Excavation
Acting on the deathbed confession of a man who claims to have witnessed the loading of the train, treasure hunters Piotr Koper and Andreas Richter used ground-penetrating radar equipment in the indicated area near the city of Walbrzych. They indeed found a train-shaped object in an embankment, near the existing rail line that runs near the city.
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The Path of the Tarot, Part 4
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23 nov 2015
Weather System with 5,400 MPH Winds Recorded -- On Another Planet!
This new weather map, generated by astrophysicists at the University of Warwick, in Coventry, England, is of exoplanet HD 189733 b. This is a gas giant that is 14% larger than Jupiter, orbiting the star HD 189733 A, found in the constellation of Vulpecula. It is very close to it's parent star -- nearly 13 times closer than Mercury is to the Sun -- and orbits it's star every 2.2 days.
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Weather System with 5,400 MPH Winds Recorded -- On Another Planet!
This new weather map, generated by astrophysicists at the University of Warwick, in Coventry, England, is of exoplanet HD 189733 b. This is a gas giant that is 14% larger than Jupiter, orbiting the star HD 189733 A, found in the constellation of Vulpecula. It is very close to it's parent star -- nearly 13 times closer than Mercury is to the Sun -- and orbits it's star every 2.2 days.
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21 nov 2015
The Path of the Tarot, Part 3
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"Here, Chupacabra, C'Mon Fella" Nick Redfern is on the Hunt!
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20 nov 2015
Current El Niño is a Record-Breaker, Expected to Result in Record La Niña Next Year
The previous record-holding El Niño period was the week of November 26, 1997, where surface temperatures were recorded at 2.8°C. The new record, for the week ending November 09, 2015, hit an even 3.0°C above normal – over seven percent higher than the previous record. This will result in more severe weather patterns in the US southwest, and possible drought conditions in Australia and Indonesia.
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Libro: Las 3 Edades de la Atlántida
Este recomendable tomo muestra toda la evidencia científica y antropológica para múltiples imperios atlantes y las catástrofes globales que los han destruido:
- Revela que no hubo una, sino tres Atlántidas – la primera en la Antártida, la segunda en América del Sur, y la tercera en el Mediterráneo
- Examina la evidencia geológica de súper-inundaciones hace 15.000, 11.600 y 8.700 años
- Muestra cómo estas fechas conectan directamente la congelación de la Antártida, las migraciones de los hombres de Cromañón, y la destrucción de la Atlántida según Platón
Hace 15.000 años el eje de la Tierra estaba inclinado por el desplazamiento de los polos geográficos. Los volcanes entraron en erupción, las capas de hielo se derritieron, y los mares se elevaron dramáticamente. La Antártida estaba envuelta en hielo, desencadenando la destrucción de la alta civilización de la prehistoria: la Atlántida. Pero antes de que los sobrevivientes pudieran restablecer lo que habían perdido, la catástrofe golpeó de nuevo – dos veces.
Uniendo los resultados científicos con las teorías sobre la ubicación de la Atlántida, los autores revelan que hubo tres Atlántidas. Examinando los datos de paleoclimatología, muestran que la Antártida era templada hace 15.000 años, hogar de los primeros atlantes. El libro revela el descubrimiento de la influencia de los atlantes en las lenguas proto-indo-europeos y en los monumentos megalíticos siempre alineados con las estrellas, que muestran cómo los fundadores de la civilización en todos los mitos primigenios – los pelasgos, dánaos, Viracocha, arios y otros – fueron parte de la diáspora Atlante y cómo esta migración se dividió en dos grandes movimientos, uno hacia América Latina, y la otra hacia Europa y Asia. Estos proto Atlantes partieron de una cálida Antártida hasta Perú, México y el Mediterráneo, revelando que los hombres de Cromañón son sus descendientes y que apenas estamos regresando a sus avanzados niveles científicos, tecnológicos y espirituales.
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Demons and--Oh, Yes--Angels!
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Presidents and UFOs
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19 nov 2015
Is Bigfoot in England, Too?
"I only had my camera out because I was taking pictures of Ash playing. She came running back quick-as-a-flash though. I don't know what it was, but when I had a closer look at the pictures, it certainly does look like Bigfoot to me."
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Primera fotografía de un exoplaneta en formación
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El tipo que destruyó los canales de Marte
He escrito en otras ocasiones sobre la fiebre marciana en la frontera entre los siglos XIX y XX, por ejemplo en este artículo de Cuaderno de Cultura Científica. Por ello, no repetiré los detalles de esta historia, simplemente me referiré a alguien a quien apenas he mencionado otras veces. Se trata de Eugène Antoniadi, el astrónomo que aparece en la imagen de cabecera de este post, que se atrevió a ir contra la corriente principal de opinión en su tiempo para afirmar, con pruebas, que los canales que tantos veían no existían realmente.
Y, para ello, cambiaré un poco la dinámica de TecOb, para ceder la palabra al astrónomo catalán Salvador Raurich i Ferriol, rescatando de las brumas del tiempo este curioso artículo que publicó en la revista Por esos Mundos el 1 de mayo de 1910…
Mapa de Marte, por Antoniadi, 1930. Fuente.
El director del Observatorio de Hem (Francia), Mr. Jonckhèere, hubo de telegrafiar al Observatorio Yerkes (Estados Unidos), si era cierto que, según afirmaban los periódicos, el telescopio de un metro de abertura era impotente para ver los canales de Marte. A ese telegrama se dio la siguiente contestación por el mismo conducto: “Telescopio Yerkes demasiado potente para canales.
—Frost”.Ahora bien, el texto o el significado de la lacónica respuesta, es algo asi como el motivo central del interesantísimo tejido de observaciones que caracteriza, con singular vigor, a esta memorable oposición de Marte a la que acabamos de asistir. Alrededor de ese espiritual telegrama gira la especie de pugilato entablado entre los instrumentos de grande, mediana y escasa potencia.
La noticia, a primera vista, no pudo menos que regocijar a quienes tienen la escasa fortuna de habérselas con telescopios de poca potencia. Hubo un momento de respiro, de íntima satisfacción sugerida por cierta leyenda, interesada como debe suponerse, en sostener la derrota de los instrumentos colosales, o cuando menos su ineficacia para determinadas observaciones. Y se argüía: Evidentemente se ha tropezado con el límite de abertura eficaz, pasado el cual declina el poder de los objetivos, ya sea por defectuosa construcción, por dificultades de orden atmosférico o por otra causa cualquiera.
Los poseedores de instrumentos de fuerza mediana siguieron el coro a segunda voz, creyendo ser ellos los afortunados dueños de la abertura tipo, del feliz término medio. Y puesto que —decían— los colosos son impotentes para ver esos consagrados trazos rectilíneos marcianos, existiendo como existen, según la observación universal, debe ocultarse alguna razón seria, de índole óptica, a favor de los nuestros, que a fin ven los “canali”, y no tan sólo los de Schiaparelli, sino también la enmarañada red geométrica de hilos de araña que descubrieron en la enigmática superficie del planeta los más conspicuos observadores. La cosa no parecía tener vuelta de hoja.
Creció la bola de nieve; los gigantes ópticos -se decía— han fracasado porque no perciben mejor ni tanto como sus inferiores en tamaño, y por consiguiente, en esta como en tantas otras cuestiones, importa más la calidad que la cantidad… Y siguieron entonándose mas variaciones sobre el sugestivo y acomodaticio tema. Pero he aquí que los más avisados, los menos en cantidad como es de rigor, experimentaron cierta desconfianza, y frunciendo el entrecejo, empeñáronse en ver al trasluz lo que pudiera ocultar de diabólico el laconismo del telegrama, y se dijeron: He aquí una respuesta con caracteres de jeroglífico, cuyo sentido negativo o… afirmativo, es also así como un arma de dos filos. Ocurre, sin duda, algo semejante a lo que pasa con el azul del mar que, es azul y no tiñe, sin embargo.
Los instrumentos medianos y pequeños fueron apresuradamente comprobados: luego Frost tenía la desdicha de hallarse peor situado de lo que se creía; es más, estaba anulado para la observación de Marte, puesto que la clave del planeta estuvo siempre constituida por sus famosos canales; esos canales elevados a la categoría de institución hidráulica, tenidos por origínalísimo sistema de irrigación, obra inteligente de una hercúlea humanidad marciana, por Lowell, quien hoy sigue persistiendo todavía en sus trece. Verdad que el instrumento que emplea no llega a la categoría de los colosos cuya abertura oscila por lo menos alrededor de un metro.
No obstante, Mr. Lowell. colocándose en tesitura apropiada, pero singularmente contradictoria para el postulado aludido, nos dice algo que merece ser conocido respecto a las condiciones intrínsecas de fenómeno e instrumento en un caso dado. Aborda el problema en forma sapientísima, pero cuyo fondo constituye, en definitiva, la condenación de sus teorías visualidades sobre Marte. Lowell se refiere a sus resultados personales en la visibilidad de los canales propiamente dichos, que él ve como tales, sin perjuicio de haber quedado resueltos o descifrados por objetivos mayores que el suyo, solo que él los ve más vigorosos y en mayor numero. De ahí su tesis a favor de determinados instrumentos grandes de la categoría que él emplea.
En rigor trátase de una tesis, derivación de otra sostenida por Millochau, y dice: que ordinariamente los telescopios de mediana potencia dan detalles invisibles en los grandes. Pero, por extraño que esto parezca, no es que estén equivocados los primeros ni tampoco que unos u otros sean defectuosos. Ello estriba solamente en la condición de las ondas atmosféricas determinadas por el tamaño del objetivo en un momento dado. Más claro: es una función del diámetro del objetivo en relación con la amplitud de las ondas aéreas en el preciso momento de una determinada observación. Cuanto mayor sea el tamaño de una lente, con menor frecuencia dará buenas imágenes planetarias.
Sólo hay momentos excepcionales en que un objetivo de gran abertura puede mostrar los detalles perfectos, y lo más notable es que esos momentos no son aquellos que en apariencia son favorables.
Cita luego varios ejemplos que no caben en este lugar, y añade: Si una onda es larga en comparación con la lente, desplaza la imagen por entero, quedando, no obstante, limpia. Si, por el contrario, la onda es corta y de tal suerte que varias de ellas atraviesan el campo al mismo tiempo, la imagen no se mueve en su conjunto, pero sus diversas partes se muestran confusas y descoloridas. Si las ondas son todavía más pequeñas, la confusión es tal que los detalles finos (en este caso los canales) quedan borrados. Los grandes objetivos quedan sometidos a peores condiciones atmosféricas que los pequeños, siempre que de detalles finos se trate, porque son los grupos de pequeñas ondas los perturbadores en razón inversa al diámetro de la abertura. En tales casos hay que reducir ésta con el acertado empleo de díafragmas.
Por consiguiente, que la fuerza separadora tiene un papel muy secundario, se demuestra cuando la definición llega a su máximo, porque entonces cabe ver mejor en un gran instrumento, pero esos instantes son raros.
Para que el lector se forme idea de esas dificultades atmosféricas con que han de luchar los grandes instrumentos, le diremos, por ejemplo, que el Observatorio Lick, situado en el Mt. Hamilton, lugar cuidadosamente elegido en California, a una altitud de 1.283 metros sobre el nivel del mar, operando con un objetivo de 92 centímetros, encuentra tan sólo un promedio de 42 noches de primera ciase al año. Y esas cuarenta y dos se convertirían todo lo más en una decena escasa, si el observatorio estuviese emplazado en un sitio cualquiera, y, finalmente, esa decena se transformaría en muchas para instrumentos de escasa potencia.
Pues bien, las razonen que expone Lowell para vindicar la potencia de los grandes instrumentos puestos hábilmente en entredicho, rezan con mayor elocuencia y alcance, si cabe, para los colosos. Además, plantea dicho astrónomo, de mano maestra, el argumento de Aquiles que resuelve definitivamente el litigio, cual habrá de verse después, al exponer en este artículo el magnifico resultado obtenido con los gigantes de la óptica celeste.
La presencia de Marte en el cielo durante la segunda mitad del año transcurrido, ejerció una especie de influencia obsesionante. Todo el mundo astronómico aprovechó desde su peculiar punto de vista respectivo, así el ultra-científico como el infra-aficionado, y aprovechó con fruición, ese corto lapso de tiempo en que el bello planeta, rojizo y fulgurante, ha venido luciendo sus enigmáticos signos topográficos, desesperación del genio humano que lucha incesantemente por descifrarlos en perpetua oscilación entre lo cierto y lo hipotético.
Quizá no sea indiferente al lector recordar datos históricos relativos al descubrimiento del tan traído y llevado planeta. Las primeras observaciones de que tenemos noticia datan de 1636, cuando Fontana vislumbró manchas en el disco de Marte. Simultáneamente llegó casi a ver el anillo de Saturno, continuando las exploraciones de Gassendi y de Galileo.
En 1666, Cassini y Hooke intentaron por vez primera medir la rotación del planeta, tomando por referencia determinados accidentes de su superficie, rotación que hoy se conoce a ciencia cierta con la ínfima diferencia de algunas centésimas de segundo. Según los últimos trabajos de Denning, dicha rotación diurna es equivalente a 24 horas, 37 minutos y 22,20 segundos. ¡Singular semejanza con nuestro día terrestre!
En 1719, Maraldi observó cambios en diferentes formaciones brillantes, hasta que en 1783, al insigne Herschel cupo el honor de descubrir los helados polos del planeta, cuyas variaciones en extensión pusieron de manifiesto —y así él lo interpretó— que eran producto natural de un sistema de estaciones.
Entonces fue cuando el gran astrónomo inglés escribió: “La analogía entre Marte y la Tierra es tal vez la mayor que existe en todo el sistema solar”, enunciado genial que sospechó Huygens en el siglo XVII, que confirmaron los tiempos y que hoy día acepta la ciencia en absoluto. En 1830, Beer y Mädler lograron dibujar un tosco -aunque venerable— mapa del planeta.
Y llegamos por fin a nuestra época, fecha en que la ciencia ha conseguido inventariar las variadas extensiones y magnitud de los casquetes polares en función con las estaciones; unas extensas regiones de matiz anaranjado, probablemente continentes, que predominan en el hemisferio Norte, ciertas manchas cuyo color varía entre verdoso, azulado y gris, y que bien pudieran ser mares, según han aventurado eminentes observadores. El estudio metódico de los referidos accidentes ha venido acusando determinadas alteraciones de color, efecto quizá de débiles velos atmosféricos, producto del régimen meteorológico del planeta, así como de una posible influencia estacional sobre una vegetación. Los estudios espectrográficos han parecido revelar la existencia de una atmósfera que, en principio, contiene algunos elementos análogos a los de la atmósfera terrestre. Y no podemos cerrar este cuadro sintético
de las observaciones marcianas, sin citar sus famosos canales, esos canales que constituyen la cuestión magna que ha traído revuelto al mundo astronómico en busca de una solución relacionada con la constitución física del astro.En tal situación se hallaba el estudio de Marte al aproximarse esta memorable oposición de 1909. El planeta había de venir a situarse en condiciones de observación excepcionales, esto es, a 58 millones de kilómetros solamente el 24 de Septiembre, aproximación considerable, si se tiene en cuenta que la distancia media de Marte y la Tierra es de 227 millones de kilómetros. La elocuencia de estas cifras indicará al lector el grado de expectación con que era esperada esta notable aproximación a la Tierra. En la imposibilidad de pasar revista a cuanto de notable se ha registrado y deducido en tal ocasión, habremos de ceñirnos a los puntos culminantes, aquellos que inician un progreso y nuevos derroteros en el estudio del interesante planeta.
Apresurémonos a consignar que, como resultado de esas observaciones, pueden ya pasar a la historia de los impresionismos fugaces e irreflexivos, esas leyendas del ácido carbónico como explicación teórica de los casquetes polares de Marte, esos 15 a 20° bajo cero que en un santiamén fueron colocados sobre cero; la ausencia o estacionamiento de los principios vitales, hipótesis fundada en tan baja temperatura; la singular concepción de tremendas arideces que convertiría a Marte en un vastísimo Sahara; la ausencia de vapor de agua, por virtud de la cual jamás empañaban una nube o una neblina la topografía del planeta, no obstante existir una enorme cantidad de hielos polares que se funden periódicamente; y, por último, esa rarísima atmósfera marciana de origen teórico.
Pasen también a la historia, y esto es lo más importante, esos canales filiformes marcianos, red estupenda vista y comprobada con anteojos de 108 milímetros, cuando astrónomos indubitables, exigen por lo menos una abertura de 160 para empezar a estudiar algo apreciable de tales accidentes. Sí, lectores, los canales de Marte cayeron por fin, cual castillo de naipes, ante el empuje desdoblador de los instrumentos gigantes. Y ahora empezará a comprenderse aquel peregrino telegrama de Frost, que a tan ladina interpretación se prestaba: “Telescopio Yerkes demasiado potente para canales”.
En efecto: si en un metro de abertura ocurre esto, como en Meudon con 88 centímetros, ¿qué no sucederá en Harvard y Mt. Wilson con instrumentos de 1,50 metros, los mayores del mundo? Se dirá que los canales serán menos visibles todavía. ¡Y tanto! Como que tales canales no existen más que en las ilusiones ópticas de los instrumentos medianos y aun así, por nuestra experiencia personal, debemos confesar que, con nuestro 12 centímetros, no hemos conseguido ver durante esta oposición un simple canal de los que presenta cierto mapa “canaliforme in delirium”, hecho con 108 milímetros; mapa que tuvimos la inefable dicha de examinar hace poco.
Este resultado personal parecerá paradógico si se atiende al que rinden los instrumentos colosales o medianos; mas ello tiene cierta explicación racional: Es que no nos habíamos empeñado en ver canales. Y esto, a la inversa, significa que si nos hubiésemos propuesto hacer un lindo planisferio, muy complicadito y de gran efecto para la galería, hubiéramos visto casi tantos canales como registra la historia de este sistema de errores subjetivos. ¡Y tendríamos nuestro mapa! Pero como quiera que las condiciones de la observación honrada son: mirar con desconfianza, huir como del diablo de ciertas visiones fugaces, y aún desconfiar de la repetición de éstas, a ellas nos atuvimos estrictamente. Y en efecto: no vimos los canales marcianos.
De todo esto se infiere que la observación telescópica de los accidentes planetarios constituye un arte dificilísimo; eludir los fraudes inconscientes es tarea que requiere larga práctica y muchísima sangre fría. De los conscientes no hay que hablar, si bien abundan por desgracia más de lo que el lector se figura. De ahí que éste, ilusionado por ciertos dibujos que se le sirven a todo pasto, se sienta desilusionado y engañado a poco que insista en comprobar lo que la habilidad poco escrupulosa le mostrará como imágenes de nitidez, precisión y vigor escultóricos.
Estas declaraciones nos llevan de la mano a citar el ejemplo de honradez visual que ofrece el eminente astrónomo E. M. Antoniadi, director de la Mars Section de la British Astronomical Association desde 1896, y miembro de la Real Sociedad de Londres. Testimonia su valía científica el hecho de que Mr. Deslandres, director del Observatorio de Meudon, tiene a bien, por excepción, cederle el gran ecuatorial de 83 centímetros para estudios especiales y sistemáticos de física planetaria, siempre que se avecina algún acontecimiento notable.
No nos consideramos autoridad para juzgar de un modo absoluto la personalidad científica de este notable observador, pero tenemos fe en su modo de ver y en el sistema de exponer sus impresiones, porque nuestra experiencia en la práctica de la observación coincide con aquella ingenuidad, transparencia y sobriedad que aparecen en sus dibujos planetarios, exentos de modalidades violentas y exageradas que no existen en absoluto. Los más eminentes astrónomos de ambos lados de la Mancha juzgan a M. Antoniadi, sin discrepancia, observador de primer orden. Y puesto que se trata de una autoridad respetable dedicada durante largos años al estudio sistemático de Marte en los primeros Observatorios, sus observaciones y dibujos deben ocupar lugar preminente en el resumen de esta recientísima oposición de Marte.
Uno de los primeros astrónomos ingleses, Mr. Stanley Williams, al ocuparse en un extenso trabajo de los dibujos de Antoniadi, los elogia sin reserva, y en términos análogos se expresan Flammarion, Deslandres, Watson, Maunder y otros muchos. La primera declaración trascendental fue hecha por Antoniadi el 21 de Septiembre al periódico Athenae, que se publica en Atenas, y decía así: “Los hilos de araña cruzándose en formas geométricas con que Schiaparelli y Lowell han cubierto la superficie de Marte, no existen en absoluto: desaparecen en el gran ecuatorial de Meudon, de 83 centímetros, el cual nos muestra a ese vecino mundo mucho más parecido a la Tierra de cuanto hasta ahora se había visto o sospechado”.
He aquí el golpe de gracia dado a la leyenda de los pseudo-canales, esto es, de aquellos numerosos canales de orden subjetivo que a tan extraviadas hipótesis y fantasías se prestaron, en el empeño puesto por algunos en descifrar lo indescifrable. Contemplad una gran cordillera de montañas situadas al horizonte, esto es, en el infinito; dibujadla o bien fotografiadla con medios comunes, y la linea de su contorno, proyectada sobre el cielo, se deslizará como una serie de anchas y suaves curvas. Mas acercaos o bien enfocad hacia allí un anteojo potente y veréis cómo tales curvas se funden en una complejidad de sinuosidades quebradas e inarmónicas. Este experimento explica lo ocurrido con determinados accidentes geométricos de Marte. Que ello fue harto sospechado y hasta teóricamente demostrado, ¿quién lo duda? Pero la persistente imagen telescópica de los canales, multiplicándose de modo alarmante, arrinconó todo razonamiento de orden teórico para mejor ocasión.
Eminentes astrónomos ingleses vienen proclamándolo desde larga fecha; Edwin Holmes y otros científicos ingleses lo sostuvieron en 1890; Maunder lo declaró en 1894; Lockyer en 1878 evitaba en una de sus obras nombrar los canales aludiendo a líneas costeras; y más tarde, refiriéndose directamente al asunto, dice que tales accidentes existen, pero no como se representan en los mapas, fenómeno debido a deficiencia en la fuerza resolutiva de los instrumentos. El tantas veces citado telegrama de Frost coincidió con el importante resultado obtenido por Antoniadi, de igual modo que en el ejemplo antes expuesto, el anteojo empleado resultaba también demasiado potente para ver las curvas orográficas en el horizonte.
Quedamos, pues, en que para los planetas en particular y para casi todo lo demás en general, cuanta mayor sea la abertura de los instrumentos, mayor es también la definición. Que han de luchar con mayores dificultades atmosféricas y que, por tanto, es relativamente escaso el número de noches en que pueden funcionar con toda su abertura eficaz, es cosa cierta. Mas, ¿qué importa, si basta un sólo momento afortunado, una sola noche, como la encontrada por Antoniadi el 20 de Septiembre, para solucionar un grande enigma de modo satisfactorio. No en vano el profesor Hale, del Observatorio del Mt. Wilson, trabajando actualmente con un telescopio de abertura 1,50 metros, se empeña en fabricar uno de 2,50 metros. Por consiguiente, esa otra leyenda de la ineficacia de los instrumentos gigantescos, queda simultáneamente desvanecida con la de los canales de Marte. Éstos ya no son formas rectilíneos, creando esa complicada red de apariencia artificial que sugestionaba a Lowell hasta el extremo de suponerla obra inteligente de una hercúlea humanidad.
En rigor de verdad, el fracaso de los canales ha tiempo fue declarado también por Denning, quien decía que esos alineamientos no existen tan multiformes y complicados cual los dibujaban algunos entusiastas poseídos de una fantasía más o menos sincera al manejar sus telescopios, ni esos canales son duros en color, rectilíneos y de contornos secos como han sido representados, porque son débiles sombras de aspecto difuso con algo así como condensaciones o nudos esparcidos acá y acullá en todos los grados de la visibilidad. Y esto mismo exactamente y mucho más confirman los magistrales dibujos de Antoniadi hechos el 20 de Septiembre, 6, 13 y 19 de Octubre de 1909.
Es también digno de ser notado el resultado fotográfico de Baldet en el Observatorio del Pic du Midi con un reflector de 50 centímetros, porque corrobora la destrucción de la leyenda de los canales. Dice así Baldet: “En cuanto al tejido de canales finos y a las formas geométricas que ciertos observadores han visto en el hemisferio boreal, y cuya existencia es discutida, no hemos podido sorprender ni un simple trazo en nuestros clichés”.
Idéntico ha sido el resultado fotográfico obtenido en el Observatorio de Mt. Wiison, empleando el gran telescopio de 1,50 metros. Maunder, del Observatorio de Greenwich ha opinado lo mismo a priori, y hoy se ratifica en presencia de los trabajos de Antoniadi, manifestando que los supuestos canales han sido el efecto ejercido sobre la retina por series de puntos obscuros vistos imperfectamente. Contemplando los dibujos de Antoniadi se llega fácilmente a concebir un mundo marciano muy semejante al nuestro; numerosas formaciones suyas hallan su correspondiente símil con nuestros accidentes topográficos: mares, continentes, istmos, cabos, islas, estrechos, lagos, ríos, cuencas, y por feliz remate, allí están sus elocuentísimos casquetes, espléndido signo gráfico de circulación acuosa; además disponemos ya de evidentes pruebas visuales y espectroscopías de circulación atmosférica con sus accidentes naturales y variables.
Respecto a este último punto, es de sumo interés hacer notar que la primera característica de esta oposición, sobre la que hubo unanimidad de pareceres, fue una persistente debilidad de la imagen telescópica durante el verano, aspecto que causó natural sorpresa por no concordar con la favorable posición del astro. En efecto, aquel débil aspecto de ciertos accidentes de su topografía que, en anteriores oposiciones, mostráronse de subidas tonalidades, unido a posteriores observaciones otoñales cuando las imágenes recobraron su acostumbrado vigor, indujo a aceptar la interposición de un medio atmosférico más o menos denso, peculiar al régimen meteorológico del planeta.
Así, por ejemplo, el 19 de Agosto se señalaron débiles sombras sobre el ecuador, y se cree en la existencia de una densa neblina. Denning, abundando en igual criterio, afirma que el 23 de Mayo, el Syrtis Major se vio débil, en extremo, cual si estuviese velado por una ligera nube durante dos noches consecutivas. Mr. Antoniadi y otros observadores sorprendieron con frecuencia tales anomalías. Y hay que advertir que se trata de un detalle topográfico siempre vigoroso aún para los instrumentos más modestos.
No es posible contemplar en el telescopio la noble imagen de Marte sin experimentar una fascinadora atracción hacia el punto o mancha, de un brillo blanco o deslumbrante, que marca el polo actualmente austral. Es este un detalle el más elocuente, el más tangible, que evoca en nuestra mente la existencia de nuestros polos con todas sus consecuencias durante el hielo y deshielo; es un signo inequívoco de vida, de circulación, de movimiento; hermano gemelo de nuestro discutido polo Norte, cubierto por un blanco sudario de agua congelada. Ante ese signo la imaginación excitada se pregunta: ¿Y por qué empeñarse en querer que el deslumbrador casquete polar marciano sea ácido carbónico congelado y no nieve de agua pura o similar a la nuestra? Este célebre casquete polar del planeta Marte ha sufrido en poco tiempo notabilísimos cambios. Según medidas micrométricas de M. Antoniadi, el referido casquete austral que se extendía hasta los 26°, presentando una forma elíptica, en estos momentos resulta enormemente reducido, siendo por todo extremo interesante su ruptura o disgregación, cuyas primeras señales advirtió ya Burnerd en 7 de Agosto con un reflector que sólo medía 23 centímetros de abertura.
El 6 de septiembre, a las 0 horas 30 minutos, Mr. Antoniadi, en París, con ayuda de un refractor de 24 centímetros, hacía un dibujo que constituye un importantísimo indicio visible del deshielo iniciado por la antedicha disminución. Su forma irregular, las diferentes tonalidades y la marcada hendidura que en él se aprecia, indican claramente que en aquellos instantes se operaba un proceso de fusión idéntico al que ocurre en los polos terrestres, cuando se seccionan grandes masas de hielo en su marcha hacia las zonas inferiores para fundirse.
No concluiremos este breve extracto de los estudios marcianos, sin antes ceder la palabra al eminente director de la Mars Section, a fin de que el lector pueda apreciar en síntesis sus impresiones personales: “…Los desiertos aparentes de Marte están sembrados por manchas a gran semejanza con nuestro Sahara, y creo que los llamados por Schiaparelli canali, son simplemente la suma óptica de accidentes dispuestos en alineaciones relativas. Esto es todo. Los grupos de manchas que vistos en instrumentos pequeños no podían aparecer de otra suerte que formando líneas geométricas, han sido desdoblados o resueltos gracias a la superior potencia del refractor de Meudon. Por esto se comprenderá que, aún reconociendo que el sistema de canales de Schiaparelli (no la red de araña de otros autores) tiene una base subjetiva, no puedo admitir que un observador situado, por ejemplo, en el satélite Phobos y contemplando el globo de Marte, llegase a ver un simple canal en el planeta… Pero no debo concluir sin rendir justicia y honor a Mr. Maunder, del Real Observatorio de Greenwich, quien, desde 1894, viene insistiendo en que los canales son el resultado de una complejidad de detalles, y no podemos presumir, por tanto, que lo ahora esclarecido signifique la definitiva estructura del cuerpo que estamos examinando”.
El tipo que destruyó los canales de Marte apareció originalmente en Tecnología Obsoleta, 19 noviembre 2015.
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Identificadas galaxias gigantes en el universo temprano
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A la caza de ondas gravitacionales
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A la caza de las ondas gravitacionales
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18 nov 2015
Climate Watch Update: Fierce Winter Ahead
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Passing Out of Sight: A Chronicle of Strange Disappearances
Passing Out of Sight: A Chronicle of Strange Disappearances
By Scott Corrales © 2015 for INEXPLICATA
Marcus Garvey, the renowned Jamaican political activist and journalist, once observed that a nation or community without any notion of its history and its past was equivalent to a rootless tree. Much the same can be said for the pursuit of the paranormal, where scholarship is relegated to a dusty metaphorical shelf and only the new is cherished, perhaps for its immediate commercial appeal. But the silent books and periodicals in the stacks have much to tell us.
So it is that in the age of instant communications, Snapchat, WhatsApp and other tokens of modernity, looking at old information in print form seems distinctly quaint. But it is these older sources of knowledge – indelible, printed on yellowing paper that may or may not withstand the test of time – that may hold the key to many mysteries we face today, or if not, at least provide useful background material for contemporary situations.
Perhaps it is safe to say that in the past four years or so, no subject has commanded as much attention as the mysterious disappearances investigated by David Paulides in a series of remarkable books, the Missing 411 collection. While originally focused on cases of missing persons in U.S. national parks and forests, even the area immediately outside these government-owned preserves, Paulides expanded his area of inquiry to other countries and even other situations, namely urban disappearances involving college-aged young men.
Looking through a 1977 issue of SAGA UFO Magazine, specifically Jerome Clark’s Saucer Central U.S.A. column, we can find some interesting information about a disappearance from long ago.
Clark kicks off his column by saying: “One of the strangest UFO occupant encounters of recent months is reported to have taken place near Echo Lake, Colorado, on the evening of June 9, 1976. The alleged witness, 38-year-old Michael Lusignan, is a patent examiner from Arlington, Virginia, who at the time was vacationing in the Colorado mountains and had gotten lost.” While Paulides has wisely avoided taking a stand on the nature of the forces responsible for the mysterious disappearances, Clark did not hesitate to associate the possible cause of the disappearance as being related to the UFO phenomenon.
He goes on to tell his readers that Lusignan’s wife contacted the authorities when the man had not returned to the city of Denver by the agreed time. A search party from the Clear Creek County Sheriff’s Department sallied forth at the break of dawn – a force in excess of thirty men with four tracking dogs. For the next forty-eight hours, the environs of Echo Lake and Mt. Evans were diligently combed, with air support subsequently provided by a police helicopter and a military airplane. No trace of Lusignan was found, and the search was called off.
A week later, a pair of cyclists who had stopped at a scenic lookout over the lake heard a man calling for help: it was Michael Lusignan, at the bottom of the seven hundred foot lookout. The tourists alerted the authorities and rescue was promptly initiated. This is where the missing persons story turns a twist into the twilight zone.
During the ambulance ride, Lusignan informed the Sheriff that “on 10 p.m. Wednesday he had seen two rectangular UFOs silently land on nearby Vance Creek. Thinking they were helicopters sent to rescue him, he walked over to them and attempted to talk to the crew.” But the man soon realized that his would-be rescuers were far from what he expected. He said that the strangers “did not speak English” and that they “whispered to each other in some unintelligible language.” More distressing was the fact that their eyes were spaced differently from humans; their attire was colorful, reminding Lusignan of the hues found in Indian and gypsy dress.
He was surprised that their number – over a dozen, perhaps even two - included men, women and children of both sexes, but he made no remarks as to their respective ages. They appeared to be setting up camp. “They forced Lusignan to move to another campsite,” writes Clark, “and during the night he heard horses and dogs. The next day, when he awoke, the peculiar visitors were gone.”
Some of the irregularities that David Paulides has observed in missing persons cases appear in this event, such as the fact that Lusignan actually heard the Clear Creek County rescue crew, but had inexplicably moved away from the men and their dogs rather than toward them. Suggesting that the man could have been suffering from disorientation or even temporary insanity, Clark notes that the animal noises Lusignan associated with the “gypsy” campsite could have indeed been associated with the rescuers and their own animal helpers.
An Assemblage of Oddities
Readers of John Keel’s Our Haunted Planet and The Mothman Prophecies are familiar with the presence of entities resembling the stereotypical image of “gypsies”, although it is unlikely that these are true Romanies, but rather the enigmatic ultraterrestrials whose presence has been noted at several key moments in world history, and some less important ones as well. The “black Cadillacs” associated with the Men-in-Black have also been seen to transport these beings, described as having “stately, dark-skinned, pointed faces with Oriental features,” (Keel, Our Haunted Planet, p.109), but their facial features are significantly different from the individuals with “eyes set apart” in the Lusignan case.
Similar situations have been noted in disappearances at Puerto Rico’s El Yunque in the Caribbean National Rainforest. In 1986, Angel Bernard and his son, were lost for 4 days after wandering off one of the area’s many trails, coming across strange landmarks such as bottomless pits, not normally a feature of the rainforest, pools of quicksand, and the most distressing feature – the skeleton of a hapless, unknown person who never emerged from under El Yunque’s shroud of mystery. Angel Bernard added another interesting note – while the moment they became lost in the rainforest was four o’clock in the afternoon, “there was a sudden, abnormal nightfall” at that time – a feature that has been observed in high-strangeness experiences associated with alien abductions. The elder Bernard encountered a red-eyed, human-looking being surrounded by what he first thought were children, only to see them vanish a lightning speed. Their peals of laughter made him realize that some paranormal force was a work; it prompted him to tell his son that amid their precarious situation, they were also facing forces against which only the deity could ward them. Four days later, they found themselves on another trail on the far side of El Yunque rainforest, with no idea of how their wandering could have led them to that location.
Cynthia Hind, the late UFO researcher from Africa, wrote of an incident involving a deputy minister in the Zimbabwean government. The man became lost on the slopes of that country’s Mount Nyangani with two companions. According to the deputy minister, he and his companions walked aimlessly in a state of confusion, feeling neither thirst nor hunger, all the while seeing and waving frantically at the elements of the rescue team, who did not appear able to see them at all. Apparently, certain blood sacrifices were offered to the tutelary deities of the mountain, which enabled the three men to "re-enter" our normal space-time continuum.
The vanishings on Mount Nyangani are not relegated to dusty bookshelves, either. An article by Phyllis Mbanje was featured in Zimbabwe's The Standard in May 2015. She writes: "Frivolous but seemingly convincing claims have been thrown around, with the latest saying that the missing people might actually be alive somewhere," a statement that dovetails with Cynthia Hind's own work.
The journalist goes on to say that Mushonga Sunyama, a tribal leader, stated that there is a trance medium in neighboring Mozambique who was able to see that the hapless missing persons are inded alive, and that performing certain prescribed rituals will be necessary. Sunyama is quoted as saying: "The spirit medium, Barauro, has told us that the missing people can be found if certain ceremonies are done. [The missing people] were simply blown away by the wind and are wandering somewhere up the mountain."
The fact is that Zayd and Neelam Dada, residents of Harare, the Zimbabwean capital, had gone hiking with friends to explore the spellbinding natural formation. The friends were content with their tour, but Zayd wanted to go back, joining the ranks of the disappeared. "International search experts alongside traditional leaders, the Zimbabwe National Army, Air Force of Zimbabwe [...] all combed the treacherous mountain, but there was no sign of Zayd. He had simply vanished like other before him."
Even more startling is the story of Thomas Gaisford, a student who became lost on Nyangani in November 2014, but lived to tell the tale. Despite warnings aimed at making him desist, Gaisford climbed the mountain. "For 10 dreadful hours, he battled not only against losing his wit, but the strange creatures that crawled on the mountain."
The Silk King Vanishes
Malaysia's verdant Cameron Highlands has its own tale of mysterious disappearances to tell. In 1967, Jim Thompson, the American who single-handedly revitalized the silk industry of Thailand in the 1950s, faded into thin air after going for casual walk in the jungles on Easter Sunday, 1967. A foolhardy undertaking for anyone else, but Thompson had served with the OSS (Office of Strategic Services) during World War 2, recruited by the legendary William Donovan himself.
Thompson's sudden disappearance triggered a massive search, albeit a fruitless one. Undaunted, the searchers soon turned to paranormal means. Employees from his company prayed in front of a white piece of fabric, lit by candles and the burning embers of joss sticks, hoping for a vision on the white surface that would inform them of Thompson's whereabouts. When this method did not work, a spirit medium reported that Thompson was alive, but under the influence evil presences. The medium went into a trance, reporting an hour later that Thompson was in the jungle, still in the thrall of evil spirits. Hidden in a tree, Thompson had supposedly been able to see the rescue parties, going unnoticed, unable to contact them.
A book by Edward De Souza on the Thompson mystery adds the following: "A number of Thais were of the conviction that Jim could have - knowingly or unknowingly, positioned a newly acquired image in an entirely wrong section of his house. This act of carelessness, they sensed, could have brought about much sorrow and anguish to the idol in question. To teach him a good lesson, the spirit made him go round in circles. Being stubborn, he chose not to repent. It was because of this, they reasoned, that he has continued to remain disorientated all this while."
By this reasoning, then, Thompson is still walking in circles, unaware of the passing of time, under the control of unseen forces…
A Pilot goes Missing
Thanks to an article penned by researcher Eduardo Mendoza we learn of a mysterious disappearance of aviator Peter Jacoby, who flew his small aircraft out of Sierra de las Minas in Guatemala toward an airstrip at El Murciélago in the northeastern part of the Central American nation. He was engaged in what could best be described as an "air taxi" service, ferrying passengers to and from distant locations over the jungle canopy. According to records, while crossing the Las Minas mountain range, one of the tallest in the country, he radioed: "I heading down to the lake..."
That was the last that was ever heard from Peter Jacoby.
Guatemalan civil aviation officials ordered a number of search flights to locate the missing flyer, expecting to find wreckage. Operations were suspended after a week of sorties, prompting the missing man's wife and family to take to the airwaves and ask for popular support. Another experienced pilot, Roberto Ayala, offered to conduct a further flight, availing himself of the latest camera gear available at the time, which Eduardo Lopez describes as a Sony DXC 1600. Thus equipped. Ayala followed Jacoby's flight path, recording everything as he went, descending to the lake mentioned in the final communication and then on to the El Murciélago airstrip.
"Putting our lives in jeopardy with Ayala's daredevil flying," explains Lopez, "we secured two hours of video footage. The mountain canyons were clearly captured on tape, which was analyzed minute by minute. The outcome: negative! Peter Jacoby vanished forever and his whereabouts remain unknown twenty-six years later." (Written in 2008).
Theories for the plane's disappearance range from mechanical issues to possible stowaway who killed the pilot to commandeer the aircraft for the drug trade. Some more unorthodox theories suggest that "the private plane vanished, swallowed by supernatural forces of the space-time continuum" and "the vehicle was abducted by beings from outer space."
As a postscript, the author adds the disappearance of an Ecurieul V3 helicopter that departed from La Aurora International Airport on November 18, 2007 , also heading toward the Department of Izabal, on a mission to locate water deposits. The last signal received from the helicopter was over Sierra de las Minas, precisely as it made its descent over Lake Izabal. The pilots, Jorge Reyes and Guillermo Rivera, had clean police records and the suggestion that they had absconded with the aircraft was promptly dismissed. Eduardo López makes an interesting comment to this: “Civil Aviation kept the disappearance a secret – an incomprehensible, hermetic and perhaps strange approach. It was only pressure from the missing pilots’ relatives and the company they flew that caused a search to be intensified. It was believed that the helicopter had fallen into Central America’s second largest lake, but wreckage would have been in evidence, and not a scrap was ever found.
Does some sort of time-space distortion exist over the section of the mountain range overlooking the placid waters of Lake Izabal? It is anyone’s guess.
via Inexplicata-The Journal of Hispanic Ufology http://ift.tt/GCRz8J