Aproximadamente entre 1880 y 1920, coincidiendo con el impulso que Tesla y D´Arsonval le dieron al asunto, la electricidad pasó a ser algo así como el método de moda, tanto en diagnosis como en terapéutica, en la ciencia média. Al leer tratados de electroterapia de la época, antes de que los rayos X y el uso del radio se convirtieran en la nueva ola a seguir, llama la atención cómo se mencionaba a los “médicos electricistas”. No es que fueran médicos que, a la vez, trabajaran de electricistas, ni mucho menos, sino que se conoció como tales a los galenos que empleaban medios eléctricos en su trabajo1.
Sin ánimo de ser minucioso, pues el tema daría como para una enciclopedia, he creído de interés mostrar algunos de los artilugios, realmente curiosos muchos de ellos, que fueron empleados en la edad de oro de la electroterapia. He aquí un pequeño repaso a la tecnología de aquellos médicos electricistas.
Ducha de Baraduc, unida a un generador de electricidad estática, se utilizó en el tratamiento de neurosis, parálisis y cefalopatías.
Lavado gástrico eléctrico. El procedimiento era el usual en la época, empleando aguas carbonatadas, soluciones de resorcina, de ácido bórico o leche de bismuto, pero la sonda no era un simple tubo de Faucher sino que incluía un circuito eléctrico que, según decían, facilitaba el desarrollo del procedimiento. Un sistema con cierto parecido se empleaba en “electrizaciones” intestinales.
Punciones eléctricas, ya fuere con agujas o con trocar. Utilizadas en tratamientos de tumores, aneurismas y otros.
Cauterizador eléctrico de hilo incandescente.
Sillón mecánico Baraduc, para “faradización general o local”, con corrientes de alta frecuencia.
Máquina para terapia con ozono.
Máquina de Gaiffe y similares de otros fabricantes. En la caja se colocaba una pila que alimentaba un circuito con bobinas (una de tipo Ruhmkorff era muy utilizada) de forma intermitente y con intensidad variable, regulada por una palanca. El paciente recibía descargas a través de terminales en las manos. Se solía utilizar en el tratamiento de parálisis locales, analgesia, reumatismo y neuralgias. También era utilizado a veces para cauterizar, en el tratamiento de la gangrena y también para intentar reanimar a pacientes que habían entrado en un estado de sopor grave tras la administración de algún tipo de anestesia.
El baño eléctrico, para tratamientos muy diversos, sobre todo analgésicos (había diversos tipos, generalmente dividos en “estáticos” y “farádicos”). El agua se salaba o acidulaba para facilitar el proceso.
Máquina de electroterapia en caliente de Gautier y Larat. Se trataba de algo que se utilizaba de igual modo que una sauna pero alimentado por aire calentado a la temperatura deseada por medio de lámparas.
Baño de sol eléctrico, para tratamiento de anemia y neuralgias.
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1 El término “médico electricista” aparece en diversos manuales y documentos de la época mencionada, como por ejemplo en el discurso sobre iones y electrolisis medicamentosa (PDF), leído por el célebre médico barcelonés Luis Cirera Salse ante la Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona el 2 de marzo de 1913.
Referencias (Biblioteca Nacional):
- La chispa eléctrica. Paul Laurencin. 1917.
- La energía eléctrica. 1899, núm.8.
- Manual práctico de electroterapia. Manuel Rodríguez Abella. 1895.
- La fuerza eléctrica: resumen de electricidad moderna aplicada a la medicina. Vicente Peset y Cervera. 1882.
Más información: Electrotherapy Museum.
La era de los médicos electricistas apareció originalmente en Tecnología Obsoleta, 1 septiembre 2014.
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