La Exposición Universal de Barcelona que se celebró en el Parque de la Ciudadela entre el 8 de abril y el 9 de diciembre de 1888 fue todo un éxito. Más de dos millones de visitantes se acercaron a contemplar las maravillas allí expuestas y, además, fue la excusa perfecta para dar un giro completo hacia la modernidad por parte de la ciudad. Una de las curiosidades que más llamaron la atención en aquella exposición fue el globo cautivo, que permitía volar a una altitud considerable en una gran barquilla con seguridad, siempre unido a tierra por medio de una gruesa soga. Bien, seguridad más o menos como se entendía entonces, porque los sustos fueron muchos y en varias ocasiones se temió que el artilugio terminara en el mar. El grabado de cabecera muestra dicho globo, tal y como apareció representado en algunos periódicos de la época.
En realidad, a lo largo de toda la “expo” no hubo un globo cautivo, sino que fueron dos. El primero de ellos, llamado España, terminó incendiado por un rayo en la noche de San Juan. Aquí se le puede ver en una fotografía de la revista Estampa, del 21 de mayo de 1929. Fue substituido por el Reina regente, igualmente construido de seda recauchutada recubierto con red de tejida en lino.
De todo lo que se pudo contemplar en aquella exposición, el público se quedó embobado sobre todo con las primitivas montañas rusas y, cómo no, con el globo cautivo. La empresa francesa concesionaria del globo hizo un buen negocio, incluso después de tener que reponer el aparato tras el incendio, porque siempre había numeroso público dispuesto a ascender, y eso que la cosa tenía que dar miedo por fuerza, pero la novedad podía con todo. En cada viaje podía llevar hasta catorce pasajeros a una altitud de unos doscientos ochenta metros, con una desviación media sobre la vertical de treinta metros1.
El globo cautivo de la Expo de Barcelona 1888. Fuente: Arxiu Fotogràfic de Barcelona (cc).
Ascender no era precisamente barato, cada viaje costaba cinco pesetas, lo que era una pequeña fortuna para la época. Quien no pudiera pagar tanto, podía conformarse con los cincuenta céntimos que costaba entrar en el recinto en el que se preparaba el globo para su ascensión y, así, poder contemplarlo de cerca.
Por allí estaba, como fotógrafo oficial, uno de los más conocidos maestros de fotografía de la época, Antonio Esplugas Puig. Sacar fotos de quienes iban a ascender en el globo era un buen negocio, pero entre vuelos y fiestas se le ocurrió una magnífica idea, ¿por qué no subir la cámara allá arriba? Y así lo hizo, logrando con ello lo que son consideradas como las primeras fotografías aéreas realizadas en España.
La Exposición de Barcelona de 1888 vista desde las alturas por Antonio Esplugas.
Toma aérea de Barcelona, por Antonio Esplugas, 1888.
Curiosamente, pocas semanas antes del cierre de la exposición, tuvo lugar en Barcelona otro espectáculo con un globo como protagonista. La cosa terminó muy mal, como relata La Ilustracion Ibérica en su edición del día 10 de noviembre de 1888:
Fuente: Biblioteca Nacional de España.
_______________
1 Véase Arte efímero y espacio estético , de José Fernández Arenas.
Barcelona 1888: Las primeras fotografías aéreas españolas y un duro para subir en globo apareció originalmente en Tecnología Obsoleta, 31 marzo 2014.
via Tecnología Obsoleta http://ift.tt/16aeRP1