¡Qué recuerdos me trae esto! Desde hace muchos años, las calculadoras mecánicas Curta son uno de mis artilugios favoritos. Por eso, el 24 de febrero de 2005, esos ingenios fueron protagonistas del primer artículo que publiqué en este blog. Con el tiempo he ido publicando más detalles sobre la increíble historia de su inventor, Curt Herzstark, y sobre cómo diseñó esta maravilla mecánica siendo prisionero de un campo de concentración. En uno de esos artículos comenté sobre la Curta…
Imagina un pequeño cilindro negro, construido con materiales de alta calidad, con aspecto de molinillo de pimienta de alta tecnología, de unos 10 centímetros de alto por 5 de diámetro. Ahora, sueña que, moviendo varios diales y girando una rueda con manivela, puedes realizar diversos cálculos con suma precisión, cuyo resultado se presentará ante nosotros a través de un cuadro numérico analógico.
Aquella maravilla cabía en la palma de la mano. Con ella se podía sumar, restar, multiplicar, dividir y, con un poco más de práctica, realizar operaciones matemáticas más complejas. Se trataba de la Curta, una calculadora mecánica portátil realmente asombrosa. (…) Detrás del pequeño artilugio, hay toda una historia asombrosa y una tecnología que, cuando las calculadores electrónicas todavía no existían, nos llevó muy lejos.
Ingenieros, arquitectos, científicos y economistas utilizaron las calculadoras Curta desde su aparición en 1948 hasta que fueron olvidadas ya en los años 70, cuando la electrónica desterró su uso de la práctica habitual, convirtiendo a estas joyas de las calculadoras mecánicas en objeto de coleccionismo.
Lo más asombroso es que la Curta fue diseñada en el peor de los escenarios imaginables. Comentaba entonces…
Tras el paso por una terrible celda, Herzstark fue enviado al campo de concentración de Buchenwald, donde su destino estaba sellado. Pero todo cambió de repente cuando un oficial de las SS le ofreció continuar viviendo a cambio de trabajar en la creación de piezas de precisión destinadas a aviones de guerra y misiles como los célebres V2. Herzstark fue puesto al mando de las operaciones para la fabricación de maquinaria en Buchenwald, eso le facilitó la tarea de “contratar” a otros prisioneros, salvándoles así la vida. Todo era terror y miedo, cualquier día podía ser el último.
Sin embargo, el destino sonrió a Herzstark. Los nazis se enteraron de los esfuerzos del ingenieros, anteriores a la guerra, para dar vida a una calculadora portátil. Le ofrecieron un trato, a saber, poder vivir a cambio de construir una de esas máquinas como “regalo de la victoria” para Hitler. (…) Herzstark continuó trabajando como preso forzado, pero se le permitió dedicar tiempo en la tarea de diseñar la máquina de calcular portátil. Iba dando forma poco a poco a los planos, con detalle, mientras la guerra continuaba su curso y sus compañeros de cautiverio iban cayendo. Creyó que nunca iba a salir vivo de aquel infierno, pero llegada la primavera de 1945 el campo fue liberado por los aliados.
Libre, por fin, viajó con unos prototipos primitivos hasta Viena, donde comprobó que su fábrica ya no existía. Patentó la máquina con la esperanza de llamar la atención de algún fabricante, pero nadie le hizo caso hasta que la noticia acerca de un genial ingeniero y una calculadora de mano fascinó al príncipe de Liechtenstein. Y, allá en las montañas, perdidos en aquel rincón alpino, encontró todo el apoyo que necesitaba. Nació de esa forma la empresa Contina, que comercializó en 1948 el primer modelo de Curta. El éxito fue inmediato y, aunque hubo ciertos conflictos con los inversores, el superviviente de Buchenwald mantuvo su posición y vivió rodeado de éxitos hasta el fin de sus días. Autopistas, industrias, líneas eléctricas y hasta satélites y naves espaciales fueron construidos gracias al auxilio de las máquinas de calcular portátiles Curta…
Si hoy he recordado todo esto es porque he seguido un hilo de BricoGeek (aunque lo pueda parecer, no es un enlace patrocinado ni mucho menos, el hilo es muy breve pero sirvió para despertar mi curiosidad, que no es poco) en el que se muestran dos curiosidades al respecto. Me ha llamado mucho la atención ver que hay gentes que siguen fascinadas por esta genial máquina. La primera curiosidad es este vídeo que nos muestra el funcionamiento de la calculadora mecánica Curta (el vídeo tiene sus años, pero merece la pena disfrutarlo porque explica con detalle las entrañas de la máquina).
Pero, sobre todo, lo que más me ha llamado la atención es la posibilidad de poder crear una Curta por uno mismo. Hasta hace relativamente poco tiempo, la única forma de tener en nuestras manos una calculadora de este tipo era acudir al mercado de los coleccionistas, donde las piezas se cotizan a precios de susto. Ahora bien, aunque no sea lo mismo y los materiales no se parezcan, siempre queda otra opción: ¡imprime en 3D tu propia calculadora Curta! Vale, no es un proyecto sencillo, requiere mucha paciencia y la complejidad del empeño es muy alta, pero nadie dijo que iba a ser sencillo. Los planos se pueden localizar, cómo no, en Thingiverse. El modelo (1:3) es algo tosco y mucho más grande que el original (que era de metal, realizado con piezas de precisión), pero no importa si lo que se quiere es tener entre manos el modelo funcional de ingenio sin igual y, de paso, meternos de lleno en un proyecto de impresión 3D capaz de darnos muchos dolores de cabeza.
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