Cuenta la Historia de la medicina que, allá por 1877, siendo asistente del gran Robert Koch (conocido sobre todo por sus trabajos sobre la tuberculosis, así como por ser padre de la microbiología médica), surgió una idea en la mente del médico alemán Julius Richard Petri. Debía haber alguna manera de facilitar el manejo de cultivos microbianos y, de esa desazón, nacieron las célebres placas de Petri.
Estos recipientes especialmente pensados para los cultivos bacterianos, de mohos y otros microorganismos, siguen utilizándose en microbiología. Como también sigue empleándose otra técnica desarrollada en esa misma época y que, junto a las placas de Petri, resulta ser un lienzo magnífico para cierto tipo de arte. Veamos, hacia 1881 el médico Walther Hesse, igualmente discípulo de Koch, perfeccionó una técnica por medio de la cual podía cultivar microorganismos de forma adecuada y práctica, cosa que hasta entonces era una auténtica pesadilla. Tras mucho ensayar, fue su mujer, Fanny Hesse, quien alumbró la idea de utilizar como medio de cultivo un extracto derivado de algas conocido como agar-agar (ella había empleado ese material en mermeladas durante años). El agar-agar se demostró como ideal para gelificar el medio de cultivo, dando lugar a un material que se mantiene sólido a temperatura ambiente. Es un medio traslúcido en el que las bacterias crecen a gusto, con lo que se facilitaba la identificación de las colonias.
Así que ya tenemos el mencionado lienzo, una placa de Petri, y un medio para el cultivo bacteriano, el agar-agar. De ahí, a crear obras de arte, sólo hay un paso. La propia Fanny Hesse, que era una pintora excelente, realizó diversas obras en las que inmortalizó algunos cultivos microbianos. Ahora bien, no se trata de pintar lo que ves en un laboratorio, ¡se trata de pintar con las propias bacterias (u hongos) en crecimiento! De esa manera nació el arte microbiano, que consiste en “pintar” utilizando como lienzo placas de Petri con cultivos de diversos tipos de microorganismos, generalmente empleando agar-agar como medio. Se pueden usar bacterias, hongos o levaduras con sus colores originales, o bien fluorescentes (bajo luz adecuada) o con pigmentos variados. Una vez los microorganismos han crecido siguiendo los patrones dibujados en la placa, se fija el resultado con resina sintética y, ya está, tenemos una obra de arte microbiana.Curiosamente, uno de los “pintores” microbianos más célebres fue Alexander Fleming, descubridor de la acción antibiótica de la lisozima y de la penicilina. De hecho, Fleming había sido pintor aficionado durante años, siendo miembro de grupos de arte y similares, por lo que no extrañará que terminara por crear arte con microorganismos y placas de Petri. Vale, los resultados eran simples, pero tienen su encanto y, además, la técnica no es nada sencilla. Hay que seleccionar los microorganismos adecuados, sus colores, trazar el patrón por medio de surcos en el medio de agar-agar sobre la placa de Petri y luego depositar cada tipo de microorganismo en el lugar adecuado, para que vayan creciendo siguiendo el patrón marcado en unos tiempos controlados. Tiene miga, sin duda. Hoy estas curiosas obras de arte se encuentran en el Alexander Fleming Laboratory Museum del Imperial College Healthcare – NHs Trust.
Más información: Smithsonian – Painting With Penicillin: Alexander Fleming’s Germ Art.
Fleming, el pintor de cuadros microbianos apareció originalmente en Tecnología Obsoleta, 22 diciembre 2017.
via Tecnología Obsoleta http://alpoma.net/tecob
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