Si los microbios necesitan de ciertos metales para su desarrollo, el hierro por ejemplo, otros por lo general les resultan nefastos, como el oro o la plata, esta última cada vez más utilizada por sus propiedades bactericidas.
Aunque los iones de oro soluble son tóxicos para la mayoría de los microbios, se pueden encontrar películas bacterianas sobre la superficie de las pepitas de oro. Es más, esas bacterias parecen desempeñar un papel importante en la acumulación del oro que da origen a esas pepitas.
Ya hace algunos años los investigadores demostraron que una de esas bacterias, Cupriavidus metallidurans, podía acumular partículas ínfimas de oro en el interior mismo de sus células para protegerse de los iones de oro soluble.
Según un estudio publicado este domingo en la revista británica Nature Chemical Biology, un equipo de científicos canadienses quiso comprobar si la bacteria Delftia acidovorans, que cohabita en las pepitas con C. metallidurans, podía actuar de la misma manera.
Descubrieron así que D. acidovorans no metaboliza el oro soluble como su congénere y en cambio lo solidifica en el exterior, bajo una forma no tóxica.
Más precisamente, esta bacteria secreta una molécula, bautizada “delftibactina”, capaz de hacer que precipiten los iones de oro en suspensión en el agua para crear estructuras sólidas complejas, similares a las que se encuentran en las pepitas de oro, demostraron Nathan Magarvey, de la Universidad McMaster de Hamilton (Ontario), y su equipo.
Este proceso se desarrolla en apenas unos segundos, a temperatura ambiente y en condiciones de acidez neutra. Es decir, que la “delftibactina” supera, y por amplio margen, a los productos utilizados actualmente por la industria para producir nanopartículas de oro, señalan los investigadores.
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