23 nov 2009

¿Y si Jesús murió en Japón?

Rescatamos una vieja noticia publicada hace quizá ya un par de años en Esencia21 que nos sorprendió entonces y nos sigue sorprendiendo hoy. Como podréis comprobar, esta simpática historia se las trae.

El que no barre para casa es porque no quiere, o al menos eso es lo que cualquier mente escéptica tendería a pensar ante un titular que no solo plantea la existencia de una tumba en la que reposa el cuerpo de Jesús, sino que la ubica en un punto tan exótico  y ajeno a los escenarios bíblicos como Japón. La extravagante historia que busca competir con candidaturas como la de Cachemira en la India o Rennes le Chateau en Francia, tiene como epicentro un pequeño valle del norte del país, Shingo, y una nada despreciable antigüedad de 2000 años, aunque la polvareda de El Código da Vinci ha hecho que el entorno y la tradición a él ligado se estén convirtiendo en un próspero negocio. Los visitantes por año superan los 40.000 a pesar de que la logística es más bien rudimentaria; una escueta pero explícita señalización que indica “Tumba de Cristo: siguiente a la izquierda” conduce al curioso a un claro en un bosque donde se venera una modesta cruz de madera que tiene el nombre de Cristo grabado en ella. Nunca se ha excavado en el lugar, por lo que se ignora sí alberga cuerpo humano o divino.
La trama no estaría completa si no existiera un lugareño que reivindicará su crística ascendencia, y ese papel parece desempeñarlo Sajiro Sawaguchi, vecino de 81 años que además es el propietario de los terrenos y que mantiene desde hace nada menos que 60 años esa filiación divina. Su débil estado de salud ha motivado que uno de sus nietos tome el testigo de una reinvidicación que a fuerza de las monedas que los turistas dejan tras hacerse la foto en el lugar, parece un tanto rentable.  El punto de partida de esta singular historia arrancaría con el descubrimiento en 1935 por parte de Kiyomaro Takeuchi, en la prefectura de Ibaraki,  de un documento que sería nada menos que el testamento de Jesús, en el que se menciona a la antigua Herai actual Shingo como el lugar elegido para que reposaran los restos del Mesías. La repercusión del documento hizo que el Gobierno prohibiera su divulgación llegando hasta nuestros días tras muchas vicisitudes, aunque de los originales nada se sabe.
Como el lector habrá adivinado no es una elección casual, sino que por el contrario obedecería al hecho de que parte de la vida oculta de Jesús se habría desarrollado en éstas regiones, a donde llegó con 21 años. Una década después regresaría a territorio judío para completar su misión, pero la intervención de su hermano gemelo –Isukiri- reemplazándole en la pasión permitiría que retornara a Japón a través de Siberia y terminara sus días con nada menos que 114 años, casado, con tres hijas y cultivando arroz. Un pequeño Museo apoyado por una fábrica de yogur del lugar explica a los visitantes los pormenores de la historia, describiendo la existencia de topónimos muy antiguos e incluso canciones populares milenarias que describen los hechos, completándose con la visita a las tumbas del hermano de Jesús y hasta de Moisés.

Fuente: Esencia21






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