En agosto de 2017 los astrónomos observaron por primera vez ondas gravitacionales y radiación procedentes del choque de dos estrellas de neutrones. Ahora informan que de aquella colisión estelar emergió un potente chorro de material que, viajando a velocidades próximas a la de la luz, fue detectado en la Tierra con una red mundial de radiotelescopios.
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