Para conservar sustancias biológicas como órganos o espermatozoides a bajas temperaturas los expertos se ayudan de la fuerza de la presión, que dificulta que estos alimentos se congelen –lo que los haría inservibles–. Los científicos desconocían por qué la presión dificultaba la formación de hielo y ahora acaban de averiguar el motivo, algo que mejorará los procesos de criopreservación.
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