El ADN no siempre adopta la forma de doble hélice asociada al código genético, también puede retorcerse y actuar como una enzima: la deoxirribozima. Una investigadora española y otros científicos del Instituto Max Planck de Biofísica Química, en Alemania, han conseguido la primera estructura tridimensional de esta biomolécula, que ha resultado ser mucho más flexible de lo que se pensaba.
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