La contaminación lumínica, producida por el exceso de iluminación nocturna o una iluminación incorrecta, supone un derroche energético que, además, pone en peligro la salud humana y la de los ecosistemas. Ahora un estudio del Instituto de Astrofísica de Andalucía advierte que los sensores que se están usando para medir la iluminación son 'ciegos' a determinadas temperaturas de color de la luz, por lo que en algunas poblaciones se podrían estar sustituyendo las tradicionales lámparas de sodio por LED inadecuados sin saberlo.
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