Durante décadas, muchos críticos de la arquitectura han afirmado que el arco de acceso al Palau Güell de Antoni Gaudí, en Barcelona, es una catenaria o incluso una parábola. Ahora, en Tarragona, un equipo de matemáticos les lleva la contraria: se trata de una curva de tipo Rankine. Su nuevo método, analítico y objetivo, permite conocer sin ambigüedades la geometría de cualquier arco del patrimonio arquitectónico.
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