La teoría cuántica predice que la observación de un objeto puede afectar justo en ese momento a otro, aunque esté en la otra punta del universo, un fenómeno en el que Einstein no creía. Pero se acaba de conseguir que dos electrones, separados 1,3 kilómetros en el campus de la Universidad Técnica de Delft (Holanda), se comuniquen de forma ‘invisible’ e instantánea. El avance, en el que ha participado el Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona, se puede aplicar en criptografía cuántica, pero también confirma lo extraño que es nuestro universo.
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